Euritmia, flow y movimiento

Si todavía no me conoces… Visita mi About, por qué soy como soy y mi Porqué. Te recomiendo que leas mi anterior post: Renaciendo con el Método Natural. Siéntete libre y no dudes en curiosear las otras entradas que he ido publicando…  ¡Y bienvenido!

Creo que mi aproximación al Movimiento coherente, por llamarlo de algún modo, viene de lejos, y sin ser prácticamente consciente de ello. Por una parte, porque sin tener conocimiento específico en casa, de pequeña me dieron tiempo y relativa libertad para la adquisición de las capacidades motoras por mi misma. Por la otra, por la pedagogía bajo la que he sido «educada»: un ambiente de aprendizaje sin prisas, adaptado a cada niño.

Me cuesta describir con palabras lo que es la euritmia. Podemos empezar con su etimología. Eu: belleza, armonía, sano, y ritmia: movimiento, ritmo. Entonces, ritmo y movimiento bello, armonioso. Muchos la han proclamado como el arte del movimiento, aunque creo que es más la expresión de una realidad subyacente, la experiencia propia, más que la meramente artística. (Recomiendo la lectura, aunque en catalán, de este artículo de Aprendre a Meditar).  Antes de seguir teorizando sobre qué es o qué no es, te animo a hacerla/practicarla o verla hacer.

Puede ser estéticamente bello ver un grupo de personas-o una sola- euritmizando una melodía y/o poesía, y más si se refuerza con una coreografía armónica, un vestuario, luces y demás atrezzo… Pero, a mi parecer, cuando perseguimos más un fin estético que el propio de expresar nuestra experiencia, corremos el riesgo de perder parte de la gracia del movimiento y de que se deriven exhibicionismos de su práctica. ¿No os recuerda esto al Parkour, el arte del desplazamiento?

De nuevo, como con el Método Natural, defiendo su acción y uso terapéutico más que el pedagógico o artístico, que pueden ser simples consecuencias de ello. En la escuela aprendí a expresarme corporalmente con música y palabras, y a la vez me ayudó a desarrollar capacidades como la coordinación o motricidad: lo que en ambientes Waldorf se llama inteligencia del movimiento o inteligencia motriz.

Creo en su efecto de autocuracióm en disfunciones y desequilibrios tanto de de orden psicológico y somático (ya sea cuadros de estrés, hiperactividad, depresión…) como de orden físico (lesiones), si es que se puede separar lo físico de lo emocional. Despierta la capacidad expresiva, de conceptualización e imaginación de niños y de no tan niños. El protagonista de mi anterior post, «Renaciendo con el Método Natural», es un ejemplo de ello.  Él manifiesta en el movimiento, mediante gestos corporales, su experiencia, vivencia, aprendizaje y emociones, y lo que creo más importante, empieza a captarlas. Fluye.

A su vez, no deja de ser un ejercicio meditativo, que apela, exige y reclama tu atención plena en el momento presente. Abres y expones a tu mente-cuerpo a la consciencia propia a distintos niveles: requiere conciencia de los movimientos; requiere práctica diaria; requiere dejar de hacer lo que estás haciendo y euritmizar de forma consciente.

Es parte de mi actividad meditativa diaria, y de hecho, despierto con ella. Me pierdo y me encuentro. Fortalezco mis capacidades expresivas. No sólo aprehendo y capto mentalmente mis sentimientos, y emociones: lo integro en mi actividad física, pues el movimiento eurítimico se basa, sin ir más lejos, en el movimiento disponible, coherente y potencial en el ser humano. Sé lo que puedes llegar a ser y muévete lo que puedes llegar a moverte.

 

Os dejo, para finalizar y dar pie a reflexiones, esta cita de Rudolf Steiner:

«Cuando las extremidades ejecutan movimientos irregulares, el Alma comienza a balbucear; cuando las extremidades realizan movimientos regulares, el Alma comienza a susurrar; cuando las extremidades llevan a cabo los movimientos cósmicos en armonía con el universo, el Alma comienza a cantar. Así, el movimiento danzante se convierte en una canción y en música por dentro».